En el marco de la grave crisis que padece Venezuela, se ha normalizado la presencia de niños y adolescentes trabajando o pidiendo limosna en las calles del país. Muchos de ellos iniciaron el oficio a los tres años en compañía de sus padres, otros comenzaron solos a los 10 años. Cada uno tiene su historia, pero todos coinciden en que trabajan para aportar para el sustento familiar.
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